BEATO LUIS EDUARDO CESTAC

Sacerdote y fundador

1801-1868

Formación: Un joven talentoso

Nace en Bayona, Francia, en 1801, en una familia cristiana, cálida y unida. Su vida quedará marcada por su educación familiar y en especial por la atención a los pobres y el compartir con ellos, lo que tiene.

A los 15 años entra en el pequeño Seminario (d´Aire sur Adour) y en 1820 va al Seminario de San Sulpicio a París. La trayectoria de un alumno talentoso: músico, apasionado por las matemáticas, la filosofía… En 1822 vuelve a Bayona por razones de salud. El Obispo lo envía a enseñar al Pequeño Seminario de Larressore, ordenándolo sacerdote el 17 de diciembre de 1825: el consagra “sus manos, su corazón, toda su persona” a la Virgen María.

Joven sacerdote: Un pionero

A los 30 años es nombrado Vicario en la Catedral de Bayona encargado de los pobres del suburbio. El profesor se convierte en pastor con iniciativas inesperadas. Afectado particularmente por la situación de las niñas abandonadas, él responde a este llamado de Dios, recibiéndolas muy pobremente en un local prestado. Pero otra fuerte situación lo vuelve a afectar, lo que lo lleva a recibir a dos jóvenes prostitutas que desean dejar la calle. Después de rezar y discernir, sin medios y generalmente criticado, él tiene la inspiración de “darles una familia”. Cuenta con dos apoyos: La Virgen María, su inspiradora, su sostén y algunas voluntarias, incluyendo su propia hermana, Elisa.

Nuestra Señora del Refugio: Un lugar de libertad

El Padre Cestac no tiene un proyecto preestablecido, reza y discierne el plan de Dios. La experiencia espiritual en el Santuario de Buglose, el 19 de julio de 1838, es decisiva. Pide a la Virgen el dinero necesario para recibir a esas jóvenes: el escuchó de Ella decir estas palabras: “No me pidas sino mi Espíritu”. De ahora en más él está convencido de que todo será la obra de María.

Con un crédito compra la propiedad “Chateauneuf”, en Anglet, lo que se convertirá en Nuestra Señora del Refugio. Contra las costumbres de ese momento, esas jóvenes trabajan al aire libre, sin muros, ni clausuras, ellas encuentran, sobre todo una vida de familia.

Fundador: A pesar de todo…

Las educadoras voluntarias hacen una elección de los valores evangélicos que él vive y propone. El 6 de enero de 1842, catorce de ellas, hacen su primer compromiso religioso, es así como se funda la Congregación de las Siervas de María.

En 1851, la familia religiosa se enriquece con una comunidad contemplativa, el Monasterio de San Bernardo. Esta nace del deseo de algunas “jóvenes arrepentidas” que quieren vivir totalmente consagradas a Dios.

Un agricultor de vanguardia

Con la llegada de las jóvenes a Anglet el Padre Cestac se enfrenta a la situación difícil en que se encuentra la agricultura del país. Es así que, para alimentar a esta gran familia, él buscará mejorarla y se inicia en los nuevos métodos haciendo de Nuestra Señora del Refugio un lugar de experimentación. Fabrica abonos biológicos para fertilizar los campos, siembra pinos para detener el avance de las dunas y selecciona la cría de los animales.

Ansioso de compartir sus descubrimientos con los agricultores de la zona, participa activamente en emprendimientos agrícolas.

Un educador sabio

Después de haber recibido a las jóvenes con dificultades, contribuye a la educación de las chicas del campo; le parece importante un trabajo previo para ir al origen del problema. A partir de 1850, el Padre Cestac abre y desarrolla escuelas rurales para las chicas.

Vela para que la educación esté fundada en el respeto de la persona, de su libertad, en la firmeza y la dulzura, el trabajo y sobre todo busca que las niñas y las jóvenes aprendan a conocer, amar y rezar a María, para llegar a ser otro Jesús.

Un hombre de oración

“Entiendo, debo ser ante todo un hombre de oración”. La oración del Padre Cestac se alimenta cotidianamente de las Escrituras, esto impregna sus pensamientos y sus escritos.

Para él “la oración es nuestro consuelo y nuestro tesoro”. El aconseja frecuentemente rezar antes de realizar una acción o tomar una decisión. Sobre todo hay que rezar con confianza: “Nuestra esperanza es la oración, la oración hecha con confianza”. Esta confianza se dirige muchas veces a María. “Recen, recen a la Madre Admirable,… ella es tan buena”. Atento a los signos de Dios manifestados en lo cotidiano, él nos invita a cultivar el agradecimiento.

Servidor de María

Para él María es nuestra Madre a la que siempre hay que conocer y amar más.

El invita a cada uno a conocerla y amarla como la mejor de las madres: amarla y hablar con ella, como un niño ama y habla a su madre, buscando alivio y consuelo, confiándole todas sus penas. El tiene confianza sin límites en esa madre.

“Tuve una fuerte experiencia de su cuidado y de las bondades maternales de la Santa Madre”.

 Un hombre de relación

A lo largo de su vida, el Padre Cestac establece numerosas relaciones y de manera especial con sacerdotes que deseaban la presencia de las Siervas de María en las diversas diócesis de Francia y de España. El se rodea de buenos consejeros antes de tomar una decisión.

Amigo de los pobres

“Mi vida pasó en medio de los pobres y pequeños; los amo y siento todo lo que se les debe de interés y de amor”.

En todo momento él tiene la preocupación por la justicia y el respeto de cada persona. Hombre sensible y de una gran bondad, dio todo lo que tenía y se hizo todo por todos.

Un testigo para nuestros días

Por todos lados donde pasó el “Bon Pére, sembró vida. Murió el 27 de marzo de 1868 en Nuestra Señora del Refugio. La influencia que irradiaba lo hacía parecer un santo.

Hoy, nuestro mundo sigue conociendo, aquí y en otros lugares, los desafíos a los que intentó responder: respeto de la vida y de todo ser humano, respeto de los derechos del niño y de la mujer, defensa de la naturaleza….